“Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.” – Salmos 119:105
Jesús es la luz del mundo. Él es quien alumbra nuestros pies y caminos. Dejemos que Él nos guíe y direccione hacia nuestro futuro. Vamos a explorar áreas que Jesús puede guiar y como Él nos puede conducir en nuestro camino con su palabra.
Primero, la luz de la palabra es un juramento para seguir.
vs.106 “Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios.107 Señor, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra.”
El salmista hizo un juramento de seguir el plan y los propósitos de Dios. Hay muchas voces que están clamando por nuestra atención. Tenemos que prestar nuestros oídos para escuchar su voz y seguirlo. A pesar de lo que suceda en el camino, lleno de dificultades y sufrimientos, debemos siempre estar firmes en su palabra.
Segundo, la luz es nuestra alabanza y enseñanza
vs. 108 “Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios.”
La palabra es una enseñanza para nuestro camino. Debemos siempre estar atentos a sus enseñanzas y obedecer con alegría. Que nuestros labios pueden brotar con alabanzas por sus instrucciones en nuestras vidas. ¿Estamos contentos de hacer la voluntad de Dios? Debe ser nuestra ofrenda de amor con nuestra boca.
Tercero, la luz de la palabra es para tomar y no olvidar
vs. 109 “Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley. 110 Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos.”
La palabra es para tomar y no discutir. Es para obedecer y no para olvidar. ¡Qué fácil es desviarnos del camino de Dios en nuestras vidas!. El enemigo se goza de traer distracciones en nuestras vidas, de perder nuestro norte y olvidarnos de Dios. Aunque nuestra vida penda de un hilo no perdamos el valor de Su palabra.
Cuatro, la luz es estatuto y gozo para guardar hasta el fin
vs. 111 “Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.”
La palabra de Dios es un estatuto de herencia para nuestro camino. Mi regocijo está en sus estatutos y en guardarlo hasta el fin. Mi corazón está con alegría de cumplir sus decretos y llevarlos a la práctica. No te desvíes del camino de Dios. La Palabra es luz para el día a día. Confiemos en sus promesas y obedezcamos sus planes hasta el fin.
Un abrazo,
Pastor Rocco