“Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre.” – Juan 14:16
Jesús prometió al Espíritu Santo y lo mejor es que va a estar con nosotros siempre. Vamos a ver algunos temas importantes en este pasaje de Juan 14:15-31. Creo que nos va a ayudar a entender que tenemos un Compañero de por vida.
I. Compañero que está con nosotros
16” Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: 17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. 18 No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.”
Jesús nos prometió que iba a la Padre y que iba a mandar al Espíritu Santo para ser nuestro Consolador. Él nos iba a acompañar siempre. Es importante comprender que está con nosotros y no somos huérfanos. La promesa es que Él está con nosotros y va a volver para recibirnos.
II. Compañero que nos ama
19 “Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque yo vivo, también ustedes vivirán. 20 En aquel día ustedes se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes. 21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». 22 Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo? 23 Le contestó Jesús:—El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras. Pero estas palabras que ustedes oyen no son mías, sino del Padre, que me envió.”
Él es un compañero que nos ama para siempre. Los que aman a Jesús y a Dios, su Padre, tenemos la seguridad de que nos va a amar. Este amor nos moviliza a una obediencia a la palabra de Dios. Nos lleva a morar en su palabra para siempre. El Espíritu Santo es un compañero que nos ama y desea nuestro amor, de esa forma se convierte en un amor recíproco.
III. Compañero que nos da paz
25 “»Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. 27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.”
El Consolador enviado por el Padre, nos va a enseñar todas las cosas. Él está enseñándonos a cómo depender y a cómo confiar más en Él. Esta dependencia genera una paz que no se puede entender. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento. El mundo no te puede dar la paz que solo Jesús te puede dar. ¡Recibimos la Paz de Dios!.
IV. Compañero que no nos abandona
28 “»Ya me han oído decirles: “Me voy, pero vuelvo a ustedes”. Si me amaran, se alegrarían de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29 Y les he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean. 30 Ya no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí, 31 pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga. »¡Levántense, vámonos de aquí!”
Jesús fue al Padre, pero prometió volver y estar con nosotros. Él es nuestro “Parakleto”, refiriéndose a un defensor y ayudante. Podemos experimentar esta acción de Jesús en todo y sentir su fortaleza mediante el Espíritu Santo.
Por otro lado, Jesús nos muestra un camino de sometimiento al Padre y lo vemos cuando dice: hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga. Así como el Padre acompañó a Jesús, de la misma manera el Espíritu Santo nos defiende, nos acompaña y nunca nos va a abandonar.
Un abrazo fuerte,
Pastor Rocco